Cuando mama se siente abrumada

 



Cuando Mamá se siente abrumada

¿Tengo permiso para sentirme así?

Hoy es uno de esos días en donde ser mujer es más complicado. Las emociones están a flor de piel y las hormonas están más que revueltas. Hoy todo me molesta, me enoja y me hace perder la paciencia. Hay días en los que el llanto es la orden del día. Esos días donde hasta los comerciales de la televisión me hacen llorar un mar de lágrimas y me pregunto, ¿pero qué rayos me pasa? También están los días en los que siento que vivo entre las nubes. Mi cuerpo está presente, sigo haciendo mis rutinas diarias, pero mi mente está divagando entre fantasías de una vida mejor, lugares de ensueño o simplemente ideas que vienen y van. 

Y ni hablar de esos días donde la ansiedad se apodera de mí. Donde el día comienza con un caos y se siente como un tornado, todo dando vueltas de manera violenta a mi alrededor. Pero hay días, ¡ay días! Donde el sol brilla fuerte, donde los sonidos son agradables y las risas se apoderan de todo lo que me rodea. Esos son los mejores días.

Ser mujer no es sencillo, nuestros días son variables. Llenos de altas y bajas. Nos controlan las hormonas y nuestro entorno es sumamente influyente en nuestra vida. Si a esto le sumamos la responsabilidad de cuidar y mantener con vida una persona que es totalmente dependiente de ti, creamos una bomba silenciosa que puede estallar en cualquier momento. Así se siente a veces la maternidad.

En el momento que estoy escribiendo esto la película de Disney Encanto esta dando mucho de que hablar. Luego de ver la película, varias veces, me di cuenta de que la misma trata sobre los miedos y las preocupaciones que nos trae la maternidad a nuestras vidas. La publicación en Facebook ha sido compartida en más de 1000 ocasiones, por madres que se han sentido identificadas con mi escrito.

En el mismo describo como cada personaje representa un miedo o preocupación que nace del corazón de la Matriarca de la familia, la abuela Alma Madrigal. Si quieres leer la publicación accede aquí.

Nace una mama, nace el miedo y la culpa

Cuando somos madres el mayor miedo que tenemos es a que nuestros niños sufran. Ya sea por la razón que sea, saber que van a sufrir nos aterra. Nuestra experiencia nos dice, que en algún momento sufrirán. Así que hacemos hasta lo imposible por evitarlo. Nos vivimos con el ten cuidado, no hagas esto, deja eso, bájate de ahí, ¡No! en la boca. Nos imaginamos los peores escenarios posibles, al punto que cualquier película de Final Destination quedaría pequeña. Nos mueve el hecho de saber que somos responsables por su vida y su seguridad. Y es un miedo que nos acompañara siempre, no importa que edad tengan nuestros hijos, saber que algo les puede pasar, siempre nos quitará el sueño.

Y junto al temor, nace la culpa. Descubrimos que somos responsables por todo lo que les pase a nuestros niños y nos culpamos por todo lo que les pasa. Dejamos de lado la razón, la lógica y el sentido común y nos culpamos de que haya llovido el día que lo llevamos al parque. O que se haya caído jugando cuando se lo advertimos, porque le pasamos nuestro miedo y eso lo llevo a caerse.

Estos sentimientos se van acumulando en nosotras, como la presión en una olla y todas sabemos lo que sucede si no existe una válvula de escape en una olla de presión.

 La válvula de escape

Cuando tuve a mi primera hija, fui madre soltera. Me vi viviendo sola con una bebe, sin nadie para hablar o adultos cerca con los que interactuar. Mi única válvula de escape era mi trabajo. Llegaba alegre, aún cuando era un trabajo complicado, estresante y que demandaba mucho, porque tenia la oportunidad de interactuar con otras personas, hablar, reírme y desahogarme. 

Durante 20 años trabajé fuera de casa, hasta que tuve la ultima de mis chicas, ya casada, y tuve que decidir entre quedarme en casa o seguir trabajando. La decisión no fue fácil. Tenía 3 chicas de menos de 3 años, un trabajo al que me tomaba hora y media en llegar y el factor económico fue bien determinante en mi decisión. Y me quede en casa, sola con 3 niñas pequeñas. 

No ha sido fácil. Mis días entre las tareas de la casa, la crianza, la pandemia y el hecho de que mi familia inmediata se encuentra lejos, ha hecho que reconsidere la decisión que tome.

Pero siendo sincera, la parte más difícil ha sido el manejar mis emociones. He descubierto que mis sentimientos afectan mi entorno, en todos los sentidos.

¿Tengo permiso para sentirme abrumada?

¿Puedo sentirme abrumada por ser mama? Esa es la pregunta que muchas veces me hago y sé que tú también te la has hecho. ¿A caso puedo sentir que no puedo más, que me siento cansada de ser responsable de estas personitas que dependen solo de mí? ¿Puedo sentirme molesta por no tener con quien hablar una conversación adulta durante la mayor parte del día? ¿Puedo estar triste por extrañar mi espacio personal, mi tiempo? ¿Puedo sentir que deje de lado mis metas y mi vida profesional por mis hijos? ¿Puedo sentir ansiedad por no saber si lo que estoy haciendo esta bien? Las preguntas son demasiadas. Los miedos y las culpas son demasiados.

Sí puedes mamá

Pero la respuesta es una; ¡Claro que puedes! Eres humana, puedes sentirte mal, abrumada, triste, ansiosa, desesperada. No solo lo puedes sentir, tienes que validar cada una de estas emociones. Tienes que saber que cada sentimiento es valido y real. Lo que no puedes hacer es quedarte estancada en estos sentimientos. Lo que no puedes hacer es dejar que estos sentimientos dominen tu día a día. Lo que no puedes hacer es permitir que estos sentimientos sean los que rijan tu vida.

Manejando mis emociones

Tus emociones son parte de tu humanidad, son algo que no podemos evitar. Lo que sí podemos hacer con nuestras emociones es manejarlas. Podemos trabajar con nuestras emociones de manera que cuando se presenten las mismas, seamos nosotras las que decidamos de qué manera se van a manifestar y cuánto nos van a afectar.

Existen varias herramientas para trabajar el manejo de emociones. La primera es reconocer las mismas. Para reconocer las emociones debemos ser consientes de lo que estamos sintiendo. Una forma de estar consientes de nuestras emociones es haciendo una lista de como nos sentimos. Te dejo una guía aquí. Esta lista nos va a hacer consientes de cuales emociones están presentes en nuestro día a día y nos va a ayudar a trabajar con estas.

Otra forma de reconocer las emociones es practicando la conciencia plena o el mindfulness. Esto es una especie de meditación consciente de tu entorno. 

La conciencia plena se basa en concentrarnos en el aquí y ahora. Debemos enfocarnos en nuestra respiración mientras vamos observando y nombrando lo que estamos viendo y sintiendo en este preciso momento. Trayendo tu mente y tu concentración en el espacio presente. Esto nos ayuda a controlar nuestras emociones, reconociendo las mismas, validándolas, pero a la vez, racionalizando nuestra respuesta a la situación en la que nos encontramos.

Otra herramienta que podemos utilizar para trabajar nuestras emociones es la escritura. Hay varias dinámicas que podemos utilizar, te dejo tres ejercicios que puedes realizar.

Escribiendo para sanar

En una hoja de papel escribe todas las cosas por las que tienes sentimientos negativos. Luego, lee en voz alta el papel. Date tiempo para llorar, gritar o demostrar tus sentimientos hacia estas cosas que acabas de escribir. Por último, una vez calmada, quema la hoja de papel y siente como vas soltando todas las cargas negativas que dejaste apuntadas ahí.

Escribiendo para recordar

En una hoja de papel describe el momento que te haya hecho mas feliz. El recuerdo mas feliz que tengas. Describe con lujo de detalles cada cosa que recuerdes, en especial cada sensación que hayas sentido. Léelo en voz alta y revive cada sentimiento. Medita sobre porque ese momento te hizo tan feliz. Guarda el papel y léelo cada vez que te sientas triste o angustiada. Busca el motivo por el que ese instante te hizo tan feliz y aplícalo a lo que estes viviendo en tu vida en este momento.

Escribiendo para perdonar

En una hoja de papel escribe una carta a tu niña de 10 años. Piensa en tu vida a los 10 años y en todo lo que ha pasado, antes, durante y después de tus 10 años. Las cosas buenas y malas que has vivido. Explícale por las cosas que va a pasar y pídele perdón por todas las malas decisiones que hayas tomado, por las malas experiencias que hayas vivido. Lo más importante, recuérdale que no importa por todo lo que va a pasar, seguirá siendo la mejor niña. Recuérdale lo importante que es, lo maravillosa que es y la fuerza que tiene para seguir adelante. Lee la carta en voz alta. Date tiempo para expresar tus sentimientos y guarda la misma.

En conclusión, sí, tenemos derecho a sentirnos abrumadas, lo que no podemos es dejar que este sentimiento se apodere de nuestra vida. Por eso si tú o alguien que tu conoces se siente triste, abrumada, deprimida o sin sentido para seguir viviendo debes buscar ayuda. En Puerto Rico puedes llamar a la línea PAS al 1-800-981-0023 los 7 días de la semana, las 24 horas.

Recuerda seguirme en mis redes sociales.

Facebook @mamaalcien

Instagram @mamaal100pr

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Soy Mamá de un ángel en el cielo. Pérdida Perinatal, ¿cómo enfrentar el dolor de perder un hijo?

Un dia en familia por Ciales